TEMPO DE QUARESMA
Compartilho com vocês um texto que me foi enviado pelo Prof. Dr. Carlos José Hernandez, um psiquiatra argentino e querido amigo:
Según la tradición de la Iglesia, “Cuaresma” es un tiempo de intensa lectura de la Palabra y “revisión de vida”. Durante este tiempo los invito a meditar, diariamente, sobre el “don de la confesión”.
Confesar es “espirar”, es decir, el movimiento complementario de “inspirar”. Es un equivoco pensar que la vida es nuestra, que se “origina” en nuestro “yo”, en lugar de sentirla una “donación”.
Confesar es reconocer que mentimos cuando decimos que amamos dando cosas y no nos dandonos a nosotros mismos. Cuando no amamos primero … esperando estar seguros!
Confesar es creer! Creer que la dicha ya inició su regreso y que hay manifiestas señales de su movimiento. Que nuestra carne que registra la ternura del interior de su madre, lo sabe!
Porque esa ternura que tiene un registro semejante de la dicha que viene, esto lo sentimos íntimamente y lo diferenciamos de cualquier imaginación o pensamiento. Es una certeza de la Vida.
Confesar es “despegarse” de las obsesiones que cobijan los insomnios, construidas a fuerza de culpabilidad. Es intentar dejar las luchas internas que disocian la identidad del si-mismo.
Confesar es hablar de nuestros miedos en la intimidad que nos concede nuestro Padre Dios. Contarle con cuanto freno los miedos nos traban a las buenas intenciones que nos esforzamos en tener.
Confesar nuestros miedos es permitir que el Espíritu se encarne, en nuestro interior; es recibir el arribo del coraje en las fibras internas de nuestra alma, es herir la soberbia que nos habita.
Confesar es entender que la vida se nos “da” por Gracia! Vida que nosotros retenemos, manipulamos, y nos imponemos haciendo lo que quiere nuestro deseo, impedimentos para que ella se revele !
Propongo confesarnos ante una persona, que comparta nuestra fe, que elijamos por el cariño, la discreción y la autoridad que le reconocemos. Con ella oraremos a Dios pidiendo el perdón.
El arrepentimiento instaura una nueva génesis. Colocar todo nuestro desorden en presencia de Quien nos ama hasta la muerte afirma la fe de que sin El somos absolutamente “nada”.
El arrepentimiento es tal vez la manifestación más sencilla de la “biología de la resurrección”. Es el instante en que nuestra biología reconoce la iniciativa de desandar el proyecto propio..
Como consecuencia de la confesión “experimentamos” a nivel de nuestra “carne” (el espesor más profundo del cuerpo”) de inmediato y con nitidez un “alivio” La garra se torna mano.
Alivio que con frecuencia se acompaña de un profundo suspiro. Emoción, el alivio, que indica que el diálogo que estamos manteniendo con Dios acontece en la plenitud delo real.
Es el disfrute de ser perdonados, por Dios en Jesucristo, Señor nuestro. La compañía del “confesor”, su presencia otorga un marco significativo a nuestro relato, crea una nueva realidad!
Es el misterio de la pupila del otro, lo que nos ayuda a tomar conciencia de cada palabra que pronunciamos. Y así llegamos con el otro, al altar, pidiendo perdón por lo que confesamos.
Con la iluminación del Espíritu Santo prevenimos, entonces, aquello que podría tornarse obsesivo! Luz que expulsa la repetición. Mi abuela María recomendaba una purga al año.
La cuaresma es esto: un tiempo de revisión, de arrepentimiento, de purgación. Un deseo de degustar la Palabra con un paladar limpio . Una boca que se ha enjuagado por el “ayuno”.
El quisiera contar, que cuente. El alma no recoge conceptos sino testimonios. Somos testigos de un “don increíble” ser perdonados incondicionalmente. Confesemos! Gloria a Dios
Carlos Catito
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Carlos Catito
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